Va, quizás es todo junto... y no, no es que sea atea, no crea en nadie y que la religión me valga madre... Bueno quizás sí, quizá la religión, pues eso... me valga madre hoy por hoy.
Lo debo aclarar, soy católica, por que así me bautizaron, así crecí y no me quedó otra opción y mientras fui cresciendo fui entendiendo el significado de la misa... y poco a poco empecé a sentir asco de toda esa parafernalia, hipocresía y borreguería.... obvio, sin antes haberlo experimentado de primera mano, pertenecí a un coro... y no faltaba ni un sólo domingo ... creo que a mi madre no le gustaba, ella jamás iba a misa... y cuando me llegó el turno de asquearme, a ella se le dio por religiosarse un poco más... y cuando me preguntaba del porque ya no iba a misa (a mis, quizá, no tan tempranos 14) le decía: "Odio la hipocrecía y ver a un montón de personas haciendo lo que todos los demás hacen, sin siquiera entender el real significado..." ante lo que por supuesto, mi madre jamás tuvo una respuesta que ella misma considerara convincente ...
Mi fe, como todo, fue creciendo... cambiando.. o quizá madurando.... de ser una niña, que hacía lo que le decían, se convirtió en una adolescente que lo cuestionaba todo, que tenía su propia idea y noción de lo que significaba existir, mi fe se convirtio en una rebelde con una búsqueda contínua de su causa... mi fe empezó a odiarse a sí misma y le ayudó mucho el hecho de no crecer alrededor de católicos recalcitrantes u ortodoxos.... mi rebelde fe tuvo un bastante placentero ambiente... (no se puede quejar) ... hasta que de pronto, quizás por actos desesperados de aceptación... esas de cuando cruzas la adolescencia en miras de llegar a tu juventud (timida y con bastantes inseguridades) esa fe que se me ponía rebelde frente a mi, se convirtió en un pequeñito borreguito, con ganas de pertenecer, de crecer.... y me vi envuelta en toda una rutina súper (extra) católica... en la que creía con toda la fuerza de mi mente... en la que empecé a practicar cada una de sus leyes, en donde la familia (se suponía) era lo más importante, en donde el sexo, del cual no tenía ni idea, por que mi líbido aún no se veía desarrollado (ni siquiera a los 18), era exclusivamente para casados... y en donde (así decían) todos en la iglesía practicante, eran ejemplos de vida, de pareja y compromiso....
Poco a poco, y de repente, con la ayuda de mis mundanos compañeros universitarios, empecé a descubrir un nuevo mundo, aunque, no sin antes haber luchado con mi voz de peregrinación para cambiarlos y hacerlos más dignos del amor de Dios... en donde me decían que estaba loca por creer en esa huevada de llegar virgen al matrimonio y en donde yo, con cada una de las objeciones a mi forma de ver la vida, siempre tuve con que defenderme y gracias a ¿Dios? quiza... ellos siempre respetaron; empecé a entender que ese mundo al que pertenecía, en donde todos, supuestamente deberían vivir de acuerdo a la ley de dios, en donde todos eran ejemplo de vida, de pareja y de amor, contrariamente a lo que predicaban .. tenían una vida llena de incoherencias y mentiras, en donde las parejas aún no casadas, tenían que casarse por un pequeño bultito que poco a poco empezaría a aparecer en el cuerpo de la dama.... o un divorcio se asomaba por que la cabeza de la familia decidió probar tierras más jóvenes luego de más de 30 años con una ¿Sola? pareja....
Y no es que mi mundo se viera defraudado de pronto... mi mente y quizás por el curso de mis estudios y/o experiencia... empezó a buscar nuevos y más amplios puntos de vista... y esa obstinada mente mía una vez más incurrió en ese adorable ejercicio de cuestionárselo todo... y preguntarse si seguía valiendo la pena apostar por una iglesia en donde el que te dice, el adulterio es un pecado, tu familia es primero y la fornicación está prohibida, se venía levantando a una mujer mucho más joven que él, cometiendo adulterio y fornicando... por supuesto...
¿Y qué hay sobre el sexo? Aún alejada ya de la iglesia, pude ver en mi a una mujer con la virginidad tan puesta y marcada sobre ella que era dificil sacársela de encima... y lo seguía creyendo... las parejas deberían llegar virgenes al matrimonio... esa labor fue bien trabajada... yo me la compré...
La virginidad me acompañó hasta los muy entrados 20's.... (o sea 30) al inicio, la llevaba con orgullo... para por último ser una carga súper fuerte que interfería con mi razonamiento lógico y coherente. Mis salidas, citas y relaciones giraban en torno al letrero que llevaba con orgullo inimagible: ¡soy virgen ojo!
Por suerte, tuve la dicha de decidir con la cabeza... que ya era hora de deshacerme de tan fastidiosa etiqueta y empezar a tener relaciones normales en la que la virginidad no era parte de mis relaciones... y no lo voy a negar... no es que de ser virgen me convirtiera en una mujer súper sexualmente activa.. pero... sí, descubrí ese pequeño arte de ir más allá sin la culpa católica que siempre nos persigue cuando cruzamos la linea, que quien sabe cómo, cuándo y por qué se marcó...
Finalmente, cuando Ty y yo empezamos a salir y en donde el sexo, por supuesto, formaba parte de nuestra relación y en donde cada día el sentimiento entre los dos iba creciendo y transformándose admirablemente en eso a lo que yo llamo amor.. y en donde el sexo cada vez era mejor, hermoso, libre, abierto, hablado, en donde todas esas inseguridades que siempre tuve acerca del tema desaparecieron al saberme amada, aceptada y sobretodo DESEADA... Empecé a sentir esas ganas de decir gracias, por que vamos a ver, a pesar de mis decepciones (humanas claro está) con la iglesia... mi fe nunca se vio tocada... mi fe siguió y sigue intacta, de decir gracias Dios por permitirme disfrutar y experimentar AMOR... y empecé a ir a la iglesia después de muchos, muchos años... mi mamá se me unió en el camino... no con gratas experiencias, mis ganas era muchos grandes de lo que en realidad podía recibir de ella, yo era una mujer soltera y enamorada de mi novio, con quien compartía... todo... lo que para la iglesia era pecado absoluto.... por que decidíamos amarnos, en todo el sentido de la palabra... y ante los ojos de la IGLESIA, (no de dios) eso estaba mal.... y si decidía confesarme deberia confesar mi actividad sexual, renunciar a ella, hacer mis plegarias y finalmente poder comulgar... a lo que mi cuerpo y mente decía, jamás lo haré, Ty y yo no dejaremos de ser pareja al 100% sólo por que la iglesia así lo dice...
Seguí yendo a la iglesia, dejé el país y Ty y yo empezamos una convivencia (maravillosa por cierto) basada en el amor (y todo lo que eso incluye) que finalmente trascendió en matrimonio ... por supuesto no religioso... Y no lo voy a negar, fuimos a misa muchas veces siendo sólo convivientes... y Ty a pesar de mis negativas, comulgó cada vez que fuimos... yo también lo quería, pero esa culpa súper arraigada no me dejaba.... hasta que depronto dije, esta es una ley del hombre, Dios sabe que nuestra unión está basada en amor y respeto... así que al carajo con mis tabúes .... me paré y pese a lo que cualquier clásico católico creyente y juzgador diría, yo dije... ¡ME VALE MADRE!
Hoy por hoy, ya no voy a misa... pero...sigo creyendo (a mi manera)